ha perdido. tiene los zapatos sucios, un plumas que no cuadra con su edad, más de cuarenta, ni con la camisa a cuadros y el pantalón de vestir, marrón antiguo.
espera en el andén con sus hijos. les habrá llevado a una cafetería para tomar una cocacola y preguntarles por el cole. son todavía niños, ella es mayor pero no tendrá los quince. se ríen, no les habla de manera infantil, y sus formas no son las de un padre, excepto cuando regaña al chaval por arrancar el papel de un anuncio. aún así no le obliga a recogerlo, es él quien se agacha y lo tira a la papelera. es su tarde y prefiere no joder con las normas.
observo a la niña. está gordita, mira al padre, le conoce bien. quizás haya escuchado lo desastre que es. no le admira, pero le quiere. sonríe mientras charlan, ella parece lista aunque no saque buenas notas. el niño no, es más brutote, moreno, demasiado crío. todavía no se ha enterado de qué va la historia. su padre no volverá a tener una oportunidad.
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