miércoles, abril 15, 2009

trece días. robert kennedy

hace días con john ficcionado, ahora con robert, en una crónica sobre la crisis de los misiles.

los kennedy, esa historia de familia que, como el cuento de caperucita, nunca te has leído, ni nadie te ha contado, pero de la que conoces sus mitos y desgracias, aunque te despistes con sus nombres.

por eso está bien repasarse algo que te haga caer en la cuenta de que john fue en su día presidente de los estados unidos. robert, el hermano asesinado del asesinado más famoso, cuenta desde dentro, desde el cenáculo que asesoró al presidente, los días que se vivieron tras el descubrimiento de la construcción de bases con misiles en cuba por parte de la unión soviética. no deja bien parados a los militares, y eso que intenta dejar bien a todo el mundo. insiste en la inteligencia de los presentes, pero apunta egos, impulsos, tensiones y pleitesías. igual que en todas partes, así funciona el entorno del poder. quiero influir en el jefe, pero lo que diga el jefe.

por cierto, pescozón a bertrand russell por una carta que le reprocha a kennedy lo que alaba de kruschev, carta que el mismo presidente se encarga de contestar. una intrahistoria que parece interesante.

martes, abril 14, 2009

un beso de amigo. juan madrid

“Le registré los bolsillos, encontré envuelto en plástico su viejo carné de la Federación de Boxeo, el documento nacional de identidad y un recorte de periódico en el que se decía que había ganado el campeonato militar nacional de boxeo, en la categoría de gallo. No había nada más, ni rastro de dinero ni otro objeto personal. Lo cubrí con la manta.”

leído después de haber imaginado al personaje, un corpachón sonado, este momento ofrece el tono más conseguido del libro, seco y sentimental. seguro que yumbo, ya borracho, enseñó más de una vez su pedacito de gloria. y supongo que eso es cobrar vida, cuando te puedes hacer a la idea de lo que haría el personaje, con el que sí se habrá cruzado juan delforo, como se parodia a sí mismo el autor en la ficción.

escenarios madrileños en una trama de recalificaciones y extorsión, con chuletas de barrio entre fachas, putas y ex boxeadores. creíble dentro del código, aunque la última parte de la historia, cuando la cosa se pone fea, se desmelene algo.

un beso de amigo, la primera de toni romano, allá por los ochenta. la segunda negra en menos de una semana.


sábado, abril 11, 2009

yo maté a kennedy. vázquez montalbán

es la primera novela que leo de vázquez montalbán, para él la primera con su detective más famoso. 

un pretexto más que una novela. un libro que cuenta la vida de carvalho como agente de la cia, entre una familia kennedy un paso más allá de la ficción, pero que le sirve también a vázquez montalbán para defender a baroja, concluir que los países que se pusieron a la cabeza de la revolución industrial son los conductores de la historia o simular un discurso presidencial del que bien podría tomar notas favreau. 

la última parte del libro descubre la trama, añade la clave negra de la novela, si queremos llamarlo así, mientras todo lo anterior, tras un comienzo casi de ciencia ficción que descoloca, es una sucesión de estampas, situaciones, que retratan al protagonista, un descreído a sueldo, a la vez que trazan una imagen esperpéntica de un presidente norteamericano y su corte, quién sabe si superada por la realidad.

luego está el sentimentalismo. quizás no es la palabra, me refiero al valor de añadir al dibujo de un personaje con pistola sobaquera reflexiones de héroe melancólico, como que "no es cierto que cualquier paisaje sea propicio para una despedida, cualquier melodía propicia para el recuerdo". ha sido esa cercanía, esa otra historia de amor que una vez fue revolucionario, la que también me ha mantenido atento, pendiente. entre salones de palacios suspendidos en el aire, el recuerdo de discusiones pasadas transmite la cercanía justa para convertir a un agente doble en una simple persona, con sus vilezas. 

lunes, abril 06, 2009

indignación. philip roth


una cita de cummings, hay cierta mierda que no voy a tragar, abre el libro y sentencia el destino del protagonista, un muchacho con la determinación de no claudicar, pero sin la intención de rebelarse. es decir, un héroe inútil.

messner estudia para alejarse, de su condición y de su entorno, judía y tradicional; pero su ímpetu se salta la dosis justa de hipocresía que a todos nos hace sobrevivir en situaciones donde perdemos la dignidad pero salvamos el resto. por pequeñas que sean, porque siempre quisimos contestar como se merecía a nuestro jefe y no lo hicimos por miedo, o desenmascarar al tipejo que nos menosprecia pero al que necesitamos para cierto asunto, o no asentir cuando podríamos haber discrepado.

bienvenidos. para eso también sirve la ficción, para reconfortar a los cobardes.