era importante.
te aseguro que lo era.
desde los diecisiete.
cuando escribo para convencer (al primer nivel, a quien valora mi trabajo de manera directa), escribo como ellos quieren, pero tampoco me aparto. es el juego, cebo y anzuelo. aunque alguien me enseñó a despreciar las rimas internas.
recuerdo un momento de la egebé. llegaron antiguos alumnos, alguno con trabajo, no recuerdo sus profesiones. lo que recuerdo es la sonrisa de mi profesora cuando presentó a los chicos, un gesto de orgullo o de cariño, no sé bien. la diferencia importa.
más tarde llegaron los diecisiete, con su promesa.
después tomas un montón de decisiones, te ocurren mil cosas, o menos de mil, repasas, tachas, repasas y olvidas.
sigue vigente.
esta tarde me gustaría escribir a mi profesora. no fue ella, surgió a los diecisiete, pero necesito que alguien más que mi exjefe aplauda mi trabajo. de él no me lo creo. suele ocurrir, necesitamos sonrisas de orgullo sinceras.
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