esta vez el carnaval se anticipó una semana. he tocado fondo. quizás el lunes todo cambie, dependerá de un acuerdo.
sin embargo, durante cinco días he vivido la situación laboral más absurda de mi vida. y como tal terminó: el viernes dije que salía a comer y no regresé. ya en mi casa envié un correo. no hacía falta resolver nada, la oferta no incluía contrato.
el porqué de mi aceptación inicial, de mis horas de trabajo durante el lunes, martes, miércoles, jueves y viernes, el viernes sólo hasta mediodía, estuvo motivado por la desesperación y la esperanza. diagnóstico: ceguera.
ahora podría decir que me levanté por dignidad, que tras comprobar qué me esperaba volvió la cordura, pero no. me levanté y me fui porque tuve la necesidad física de hacerlo. durante la hora previa a mi marcha me quedé paralizado delante del ordenador, estupefacto, ¿qué hacía yo allí? cuando llegó la hora me despedí como siempre, hasta luego, bajé las escaleras, salí a la calle y sólo cuando me vi en la acera recuperé el buen cuerpo. supe entonces que no volvería.
mientras caminaba hacia el metro recibí una llamada. fue una coincidencia, el lunes comprobaré si una coincidencia feliz, o menos alegre. el matiz importa. algo positivo es, no sé si bastará.
da igual cómo sea, sólo invoco una palabra: temple.
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